sábado, 31 de marzo de 2012

Me apetece especialmente decirlo

La dignidad humana tiene muchos rostros. El de mayor actualidad es, posiblemente, el del sindicalista Juan Urdániz defendiendo la integridad física de su cámara de fotos ante los descerebrados (¡¡Espósalo, espósalo!!, gritaban los del oscuro uniforme "de dar hostias"). Un Juan Urdániz firme, imagen hoy de lo que nunca debe permitirse en democracia; imagen del abuso policial que encuentra en el marco difícil de una Huelga General terreno abonado para que los de siempre, bajo excusa de defender la libertad de los liberticidas, impongan su violenta incultura de machos-alfa, siempre dispuestos a sembrar el pánico y utilizar porras, gases, pelotas de caucho y lo que se tercie frente a los que enarbolan inofensivas banderas de mástiles flexibles de plástico blando y máquinas de fotografiar que sólo capturan la realidad que ante ellas se muestran. ¡¡Salud, Juan!! Es un honor compartir trinchera contigo.
Carlos Migliaccio. Otro que va armado con su cámara de fotos. Y con la pegatina sindical.

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