Quiero agradecer la invitación hecha a
CCOO para participar en el día de la brecha salarial.
Comenzaré diciendo que:
Es
lamentable que en pleno siglo XXI continuemos hablando de brecha salarial. Un
hecho discriminatorio que debería estar erradicado en nuestra sociedad actual.
Cuando hablamos de brecha salarial de género, estamos hablando de que:
ante un mismo puesto de
trabajo con la misma responsabilidad, las misma obligaciones, el mismo
rendimiento, la misma productividad…., todo igual, la mujer recibe menos salario
que el hombre.
Es un hecho palpable que vivimos todavía en sociedades muy
masculinizadas. Esto quiere decir que hoy en día los salarios dependen del
género, ya que está demostrado que los
sueldos anuales brutos de las mujeres son inferiores a los de los hombres,
simplemente por discriminación sexual. Algo incomprensible,
intolerable y absurdo, como podría ser que se discriminara a los morenos y no a
los rubios o, a los altos y no a los bajos…..
El salario medio anual en Aragón de las
mujeres es de 18.765 euros y el de los hombres de 25.119 euros. Esto significa
que una mujer tiene que trabajar 124 días más que un hombre para que su salario
medio anual se equipare al de un hombre.
Las mujeres en 2017 trabajamos
«gratis» 54 días, pero la cuestión va más allá de la reivindicación de igual
trabajo, igual salario y repercute drásticamente en las cuantías de las
pensiones por jubilación y las prestaciones por desempleo, como ha puesto de
manifiesto incluso el tribunal superior de justicia de la UE, que dictaminó
recientemente que el cálculo del paro en España discrimina a las mujeres. En
Aragón, esta brecha se sitúa en el 25,3 %, que expresado en salario se traduce
en que las mujeres aragonesas cobramos 6.354€ menos al año por hacer un trabajo
de igual valor que los hombres.
Además,
señala también que hay pluses
masculinizados, como el de peligrosidad, que se suele pagar por el manejo de
maquinaria, pero no por el uso de productos químicos que pueden darse en
sectores feminizados como la limpieza o la sanidad.
La brecha salarial constituye un problema
complejo en el que intervienen sobre todo las tradiciones y roles de género que
se han arraigado en nuestra sociedad.
Asignándose, tradicionalmente, a los hombres la
responsabilidad de las actividades productivas y las actividades de
representación política y por otra parte, los roles asignados tradicionalmente
a las mujeres son los de cuidar de las personas dependientes (niños/as y personas
de edad avanzada) o el mantenimiento del hogar.
El hecho
de que las mujeres soporten el peso del trabajo no remunerado en el hogar, el
cuidado de menores, personas mayores y de personas dependientes ha repercutido
en que prácticamente, desde que las mujeres pasaron a formar parte de la población activa en
nuestra sociedad se fragüe la idea de que los maridos son los que llevan el pan
a casa, pasando a ser el salario de las mujeres considerado simplemente un
complemento, esto hace que tiendan a desempeñar trabajos a tiempo parcial, con
mayores probabilidades de ser contratadas en empleos con baja remuneración.
En
2017, de cada 100 contratos firmados por mujeres:
· 48,1 han sido temporales a jornada completa
(67,8 los hombres)
· 41,6 han sido temporales a jornada parcial
(22,6 los hombres)
·
4,9 han sido indefinidos a jornada parcial (2,8
los hombres)
·
Y solo 4,4 han sido indefinidos a jornada
completa (5,9 entre los hombres)
El trabajo parcial es un claro ejemplo de la
ampliación de brecha de género en España. Se considera que la parcialidad es
una medida que facilita la conciliación de la vida laboral, familiar y
personal, pero dado que son las mujeres las que reducen mayoritariamente la
jornada para cuidar de la familia, como he dicho antes, el efecto que origina
no se traduce en conciliación sino en obligación.
Todo esto ha repercutido a lo largo de los
tiempos en la aparición de la llamada
segregación horizontal, es decir, la distribución no uniforme de hombres y mujeres en
un sector productivo determinado. Generalmente, la segregación horizontal hace
que las mujeres se concentren en puestos de trabajo, que se caracterizan por
una remuneración y un valor social inferiores y que son, en buena medida, una
prolongación de las actividades que social y tradicionalmente han sido
asignadas a cada sexo.
De este modo se crea un
círculo vicioso de trabajos mal remunerados que acaba justificando el salario
inferior para las mujeres.
La
situación salarial de las mujeres debe ser un referente central para la acción
sindical por ello, para CCOO es necesario:
- Implantar
medidas de gestión del talento que evalúen las condiciones y capacidades de las
personas que vayan a ocupar un determinado puesto sin caer en las referencias
sexistas,
- Desarrollar iniciativas como una Ley de
Igualdad salarial que termine con la diferencia entre los salarios de hombres y
mujeres por el mismo trabajo,
- Desarrollar planes de
igualdad o los protocolos contra el acoso o políticas activas de empleo
destinadas a las víctimas de violencia de género.
Pero no sólo las estructuras sindicales debemos
trabajar para terminar con esta brecha salarial sino que somos nosotras las
mujeres las que debemos defender y hacer valer nuestro trabajo día a día.
Fotos: NEOFATO.ES

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