miércoles, 21 de febrero de 2018

Acerca de la brecha salarial. Intervención SGAL CCOO Huesca.


Buenas tardes a todos y a todas.
 Quiero agradecer la invitación hecha a CCOO para participar en el día de la brecha salarial.

Comenzaré diciendo que:
Es lamentable que en pleno siglo XXI continuemos hablando de brecha salarial. Un hecho discriminatorio que debería estar erradicado en nuestra sociedad actual.



Cuando hablamos de brecha salarial de género, estamos hablando de que:
ante un mismo puesto de trabajo con la misma responsabilidad, las misma obligaciones, el mismo rendimiento, la misma productividad…., todo igual, la mujer recibe menos salario que el hombre.
Es un hecho palpable que vivimos todavía en sociedades muy masculinizadas. Esto quiere decir que hoy en día los salarios dependen del género, ya que está demostrado que los sueldos anuales brutos de las mujeres son inferiores a los de los hombres, simplemente por discriminación sexual. Algo incomprensible, intolerable y absurdo, como podría ser que se discriminara a los morenos y no a los rubios o, a los altos y no a los bajos…..

         El salario medio anual en Aragón de las mujeres es de 18.765 euros y el de los hombres de 25.119 euros. Esto significa que una mujer tiene que trabajar 124 días más que un hombre para que su salario medio anual se equipare al de un hombre. 
Las mujeres en 2017 trabajamos «gratis» 54 días, pero la cuestión va más allá de la reivindicación de igual trabajo, igual salario y repercute drásticamente en las cuantías de las pensiones por jubilación y las prestaciones por desempleo, como ha puesto de manifiesto incluso el tribunal superior de justicia de la UE, que dictaminó recientemente que el cálculo del paro en España discrimina a las mujeres. En Aragón, esta brecha se sitúa en el 25,3 %, que expresado en salario se traduce en que las mujeres aragonesas cobramos 6.354€ menos al año por hacer un trabajo de igual valor que los hombres.

Además, señala también que hay pluses masculinizados, como el de peligrosidad, que se suele pagar por el manejo de maquinaria, pero no por el uso de productos químicos que pueden darse en sectores feminizados como la limpieza o la sanidad.
La brecha salarial constituye un problema complejo en el que intervienen sobre todo las tradiciones y roles de género que se han arraigado en nuestra sociedad.

Asignándose, tradicionalmente, a los hombres la responsabilidad de las actividades productivas y las actividades de representación política y por otra parte, los roles asignados tradicionalmente a las mujeres son los de cuidar de las personas dependientes (niños/as y personas de edad avanzada) o el mantenimiento del hogar.

 El hecho de que las mujeres soporten el peso del trabajo no remunerado en el hogar, el cuidado de menores, personas mayores y de personas dependientes ha repercutido en que prácticamente, desde que las mujeres pasaron a  formar parte de la población activa en nuestra sociedad se fragüe la idea de que los maridos son los que llevan el pan a casa, pasando a ser el salario de las mujeres considerado simplemente un complemento, esto hace que tiendan a desempeñar trabajos a tiempo parcial, con mayores probabilidades de ser contratadas en empleos con baja remuneración.

En 2017, de cada 100 contratos firmados por mujeres:
·         48,1 han sido temporales a jornada completa (67,8 los hombres)
·        41,6 han sido temporales a jornada parcial (22,6 los hombres)
·        4,9 han sido indefinidos a jornada parcial (2,8 los hombres)
·        Y solo 4,4 han sido indefinidos a jornada completa (5,9 entre los hombres)

El trabajo parcial es un claro ejemplo de la ampliación de brecha de género en España. Se considera que la parcialidad es una medida que facilita la conciliación de la vida laboral, familiar y personal, pero dado que son las mujeres las que reducen mayoritariamente la jornada para cuidar de la familia, como he dicho antes, el efecto que origina no se traduce en conciliación sino en obligación.


Todo esto ha repercutido a lo largo de los tiempos en la aparición de  la llamada segregación horizontal, es decir, la distribución no uniforme de hombres y mujeres en un sector productivo determinado. Generalmente, la segregación horizontal hace que las mujeres se concentren en puestos de trabajo, que se caracterizan por una remuneración y un valor social inferiores y que son, en buena medida, una prolongación de las actividades que social y tradicionalmente han sido asignadas a cada sexo.

 De este modo se crea un círculo vicioso de trabajos mal remunerados que acaba justificando el salario inferior para las mujeres.

La situación salarial de las mujeres debe ser un referente central para la acción sindical por ello, para CCOO es necesario:
- Implantar medidas de gestión del talento que evalúen las condiciones y capacidades de las personas que vayan a ocupar un determinado puesto sin caer en las referencias sexistas,
-  Desarrollar iniciativas como una Ley de Igualdad salarial que termine con la diferencia entre los salarios de hombres y mujeres por el mismo trabajo,
- Desarrollar planes de igualdad o los protocolos contra el acoso o políticas activas de empleo destinadas a las víctimas de violencia de género.

Pero no sólo las estructuras sindicales debemos trabajar para terminar con esta brecha salarial sino que somos nosotras las mujeres las que debemos defender y hacer valer nuestro trabajo día a día.


Fotos:  NEOFATO.ES


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